Seguramente todos los clubes tienen su épica y recuerdos de grandes hazañas y festejos, del mismo modo no debe haber muchos clubes en el mundo como Temperley que hayan visitado tantas veces el cielo y el infierno.
Con apenas once años de existencia, en 1923 Temperley llegó por primera vez al cielo de la Primera División, en épocas de fútbol de potrero, amateur y dividido en dos asociaciones, el joven club afiliado a la Asociación Argentina de Football solo cinco años atrás llegaba a la Elite.
El precio que se pagó por dicho logro fue muy alto, su presidente y factor fundamental de todos sus éxitos Alfredo Beranger moría asesinado por un empleado despechado del ferrocarril por los terrenos que el club había obtenido para tener su propio predio.
Apenas cuatro años después y tras algunas decisiones dirigenciales desafortunadas, el club pierde en una reestructuración del fútbol su sitio de privilegio. ¿que hubiera sucedido de vivir Beranger? Nunca lo sabremos.
Tuvieron que pasar casi cincuenta años para que aquello ganado deportivamente y perdido en los escritorios vuelva a lograrse. Un caluroso sábado de diciembre, hoy cuarenta años atrás, miles de hinchas fueron como pudieron, a Junín para ser testigos del regreso al Olimpo del fútbol argentino. El club rebosaba de actividad social y explotaba de optimismo. Todo era posible.
Pero el club también conoció el infierno. Dirigentes inescrupulosos y/o incapaces llevaron a Temperley mas de una vez al borde de su desaparición. Entre 1991 y 1992 el club estuvo cerrado, recién en 1993 pudo volver a competir en los torneos de AFA. La quiebra fue un estigma que recién pudo se extraído en 2001. Entre 2010 y 2012 el Celeste debió soportar la peor dirigencia de su historia llevándolo nuevamente a un estado de quiebra virtual con una deuda que superaba su patrimonio. Esta gente no bajó de un plato volador, y muchos de ellos siguen caminando entre nosotros como si nada hubiera sucedido. Fueron elegidos por mas del 75% de los votos de socios del club en elecciones libres. Quien no hizo un mea culpa por acción u omisión es un imbécil.
Milagrosamente se pudo volver a revertir este destino de muerte inexorable, una buena gestión dirigencial lo encuentra nuevamente en el cielo, junto a los grandes y en una situación institucional envidiable. Los mas jóvenes, con un poco de soberbia hoy en el cielo y recordando el cielo del '74 suponen que este es el destino definitivo. Que es el inevitable final sin vuelta atrás. Ojalá fuera tan fácil.
La lectura del pasado, sirve para no repetir errores del futuro. Para mantener el cielo habrá que ganárselo semana a semana, día tras día. La clave para permanecer en el cielo, estará en recordar como se llegó al infierno y no volver a repetir la fórmula. No es fácil, pero actuando sin soberbia, tampoco imposible.
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