domingo, 21 de diciembre de 2014

Temperley: La noche mas larga

Temperley para el torneo de la 1ra B en 1982 se había armado bien. El equipo en la segunda mitad del año 1981 había mostrado un gran repunte con una base de jugadores jóvenes del club. Los dirigentes le incorporaron al plantel una columna vertebral de experiencia con nombres como Juan Carlos Piris, Roberto Sposito, Mario Finarolli y Nestor Scotta, entre otros.

El torneo era muy extenso, veintidós equipos a dos ruedas, todos contra todos y solo el campeón ascendía en forma directa. Para definir el octogonal se sortearon dos zonas y los cuatro primeros de cada zona, sin contar el que ascienda directo pelearían por el segundo ascenso. Es decir de ventidos equipos, tras cuarenta y dos partidos y un octogonal solo dos jugarían el año siguiente en la A.

No era un torneo fácil, Acababa de descender San Lorenzo, y todavía estaban pugnando por hacerlo clubes que en los últimos años habían estado en la máxima categoría como Gimnasia y Esgrima de la Plata, Atlanta, Chacarita, Banfield, Lanús Tigre y All Boys. Otros equipos mas de la B se habían armado con muchos jugadores de primera como Almirante Brown, Deportivo Español, Los Andes, Deportivo Italiano y Defensores de Belgrano.

El Celeste,a las órdenes de Juan Carlos Merlo arrancó muy bien la primera rueda, pero poco a poco empezó a perder consistencia y partidos. Fuera de la zona de clasificación se buscó un técnico con personalidad y capaz de ordenar a un equipo con buenos jugadores pero que no podía jugar como tal. A tal fin fue convocado Carlos Pachamé.

El nuevo técnico arrancó muy mal, siete partidos sin convertir goles, el juego no aparecía y el Celeste seguía hundiéndose en la tabla, hasta que en un partido de local frente a Talleres de Escalada, los patitos se alinearon, se hicieron cinco goles y ese fue el punto de inflexión para la salida.

La segunda rueda fue levantando hasta llegar a una última fecha necesitando un punto para clasificar pero enfrentando al Deportivo Morón que, casualmente, necesitaba un punto para evitar el descenso a la C. Fue cero a cero, y clasificación casi por la ventana.

Había sido un campeonato con tres tandas de equipos en pugna por el ascenso. Por un lado San Lorenzo que en parte por mérito propio y también con algo de "ayudín" (les dieron muchos penales a favor) se cortó solo y ascendió varias fechas antes de terminar el campeonato. Por el otro un segundo lote de equipos de gran rendimiento como Gimnasia de la Plata, Atlanta y Chacarita y tras de ellos un pelotón de equipos que venía bastante mas atrás peleándola entre ellos.

En las finales hay que ganarle al que toque, y Temperley ese año le tocaron en fila los tres mejores equipos del torneo sacando al ascendido y les ganó a los tres. A Chaca en un cuarto de final accidentado, con un cerrado uno a cero en la ida y un partido que no pudo terminar en la vuelta en cancha de Argentinos Juniors porque a la media hora  Anibal Hay había expulsado a dos jugadores del local y se pudrió todo. El partido fue dado por ganado al Celeste.

En la ida de la semifinal jugada en Huracán, Temperley jugó su mejor futbol, iba ganando dos a cero y buscaba el tercero cuando en una contra el Lobo se puso solo a un gol. En el partido de vuelta, en cancha de Estudiantes de la Plata con la promesa de la hinchada tripera que iba a matar al primer hincha celeste que viera, en teoría solo había hinchas de Gimnasia, sin embargo fueron muchos los hinchas de Temperley que se camuflaron como hinchas locales y vieron ese partido. Temperley perdió uno a cero, fueron a suplementario en el cual no se alteró el marcador, se definió por penales y para sufrimiento de los "escondidos" el tano Spataro marró el primer penal, luego fue el turno de Gimnasia de desperdiciar dos. Estábamos en la final, con un equipo físicamente destruido, pero nada importaba: Estábamos en la final.

Temperley tenía varios titulares con problemas musculares y en el plantel no había demasiada rotación. Se salió a jugar los partidos finales como se pudiera. Ambos se disputaron en cancha de Huracán y en ambos, desde lo estrictamente futbolístico el Bohemio fue muy superior. Ya en el primer partido Casse había sido la figura tapando tres o cuatro pelotas imposibles, pero el Celeste con dos jugadas de pelota parada se puso arriba por dos a uno.

El 21 de Diciembre de 1982, es decir hace 32 años comenzó a disputarse ese histórico partido. Planificado para las 21:30 comenzó después de las 22:00 por demoras organizativas. Atlanta era una tromba y Cassé inexpugnable. El Celeste no pasaba la mitad de la cancha, pero los nervios traicionaron a los jugadores bohemios y empezaron las expulsiones, en el principio del segundo tiempo se quedaron con ocho, contra diez de Temperley.

Era un partido de ocho jugadores que corrían, contra diez que se arrastraban, ya no había físico en los jugadores Celestes. En una escapada penal para Atlanta convertido y el partido va a suplementario. Ya eran las 12 de la noche y por ende ya había comenzado el 22 de Diciembre. El suplementario fue dramático, Atlanta mantuvo unos minutos el ritmo infernal hasta que también sus jugadores comenzaron a sentir signos de agotamiento. Una patriada de Lacava Shell en el arco en que a sus espaldas deliraba la tribuna Celeste terminó en penal. Era el ascenso y ejecutaba un veterano de mil batallas como Piris pero Parsechian en una estirada notable lo contuvo. Este arquero, que había jugado en Temperley años atrás era especialista en atajar y ejecutar penales...

Cuando Mario Gallina el árbitro marcó el final todos los jugadores se desplomaron en el lugar que estaban buscando aire para ponerse de pie. En el resto de Buenos Aires ya era la madrugada, en Huracán todavía faltaba lo mas importante. Por sorteo comenzó a patear Atlanta. Pasó la serie inicial de penales y fue todo perfecto para los ejecutores. Diez penales ejecutados, diez goles, uno de ellos había sido Parsechian. Siguieron las series de uno y uno hasta el octavo. Atlanta tenía solo ocho jugadores, por lo tanto a partir del noveno comenzó a repetir ejecutantes con los supuestos "especialistas" que ejecutaron inicialmente. Llegado el décimo, en Temperley se habían acabado los jugadores de campo y quedaba solo el Mudo Cassé quien en su vida había practicado o pateado un penal.

El Mudo se paró muy de frente a la pelota, acomodó el pie un tanto de costado como para darle con el empeine fuerte a un palo pero en el camino pateó una mata de pasto, algo de tierra y el pie le llegó a la pelota algo torcido. El arquero Parsechian volcó todo su cuerpo hacia donde hubiera ido la pelota sin el incidente, pero la pifia de Cassé hizo que el balón entrara, picado y muy despacio por el centro del arco. Un segundo y diez infartos para cada hincha Celeste.

Dos penales mas convirtiendo todos hasta que se puso frente a la pelota Enrique Hrabina. Era casi la una de la mañana. El jugador, de los pocos surgidos del club bohemio era símbolo de su hinchada y aclamado en cada intervención. Había estado entre los cinco ejecutantes iniciales por ende era de los que, en teoría, pateaba mejor. Los nervios y el cansancio le jugaron una mala pasada, intentó cruzar el balón fuerte al palo derecho de Casse pero el tiro le salió algo débil y apenas esquinado, el Mudo acertó el palo y lo detuvo. El partido estaba 12 penales a 12 con uno por ejecutar en el pie de Dabrowski.

El Polaco era de la cantera del club, jugador mas voluntarioso que técnico y uno de los mas jóvenes del plantel pero con mucha frialdad para definir. No pareció sentir la presión acomodó la pelota, tomo carrera y la puso fuerte, abajo a un palo de Parsechian que fue para el otro lado. El arquero bohemio  siendo especialista, no pudo atajar un solo penal en la serie y le habían pateado trece. Tres horas de nervios explotaron en un segundo y a partir de ese penal, todos los recuerdos son confusos. El corazón en la boca, los ojos llorosos, los abrazos, los temblores, la vuelta. Fue todo un torbellino que terminó con varios de nosotros sentados en el cordón de la vereda, ya bien entrado el día, enfrente al Beranger. Sin voz, porque ya no salía nada, pero con la alegría de haber vivido en menos de diez años dos experiencias similares.







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