domingo, 28 de diciembre de 2014

Temperley: La historia de un Juez y verdugo

Cuando Juan José Campanella realizó su película "Luna de Avellaneda" sobre un club de barrio a punto de desaparecer cuyo destino evitan sus socios muchos rememoraron la historia de cientos de pequeños clubes similares cuyo destino fue parecido. Sin embargo la realidad, como siempre sucede, supera la ficción. Porque la desaparición de un pequeño club de barrio con cientos de socios no puede equipararse con una situación similar de un club que llegó a tener mas de veinte mil socios desvaneciéndose en la nada y luego resucitando.

En junio de 1991 el Club Atlético Temperley que había tenido un rico historial deportivo e institucional incluyendo varios años en Primera división de Fútbol y Básquet con deportistas destacados a nivel nacional en decenas de disciplinas era clausurado y sus bienes eran puestos en remate judicial.  

¿Que motivó al Juez José María Durañona a cerrar el club, y dejar a todos sus jugadores profesionales y amateurs en libertad de acción, produciendo en el mismo acto la muerte institucional y el quite de la única posibilidad de salvación? Fue una situación inédita y extraña. Nunca antes había sucedido, y nunca sucedería después, incluso en situaciones infinitamente peores a las de Temperley.

Hay quienes dicen que desde lo estrictamente jurídico el juez no violó ninguna norma ni procedimiento. Sin embargo un derecho constitucional es el de la igualdad frente a la Ley, y Temperley no la tuvo. El dato que pone la lápida en la decisión de Durañona es que entre los jugadores dejados en libertad de acción estaban Mauro Navas y Julio Cruz, jugadores que pocos años después fueron vendidos por Banfield, que los recibió regalados, en una suma varias veces superior al monto de la deuda de Temperley que al momento de su cierre, apenas si superaba los $ 600.000

En ese 1991 el club estaba cerrado, ningún socio podía acceder. Los pastos de la cancha superaban la altura de los alambrados, en el buffet del club y en sus oficinas se acumulaban escombros y restos podridos de comida. Estos últimos se dice producto de algunos policías locales encargados de la custodia del inmueble que utilizaban las instalaciones para hacer "reuniones sociales" por llamarlas de alguna manera. El club como institución deportiva y social para las leyes argentinas estaba muerto. Para los socios de Temperley, no.

Fueron cientos de socios que se negaron a lo inevitable, siguieron la lucha en los tribunales, cortaban la Avenida 9 de Julio y hacían actividades deportivas en la calle en frente al club, iban a los shoppings y los cruces de avenidas con alcancías para juntar dinero, se hacían marchas al juzgado y al domicilio del Juez, cortes de calle. Fueron muy pocos los socios que dejaron de pagar su cuota social. Pasaban los cobradores, y la gente pagaba como si el club estuviera en situación normal.

Finalmente el Juez Durañona autorizó a regañadientes la apertura, primero de la Biblioteca del club, y luego en noviembre de 1992 del resto de las instalaciones, pero impedía que dentro del mismo se realizaran actividades para juntar dinero. Repetimos, todo muy extraño.

¿Como pudo Temperley volver al fútbol con este Juez? Esta historia la saben los hinchas de entonces, pero el resto no y es insólita. Llegaron las vacaciones de invierno de 1993 y Durañona se fue de viaje dejando su juzgado a cargo de un Juez de Feria. Temperley había sido admitido en el sorteo de la 1ra C pero Durañona ya había negado la autorización para jugar. Aprovechando que el Juez era otro, los abogados de Temperley presentaron una nueva moción para participar en el campeonato. El juez de feria aceptó pero exigió avales. Cinco familias, Pecorelli, Colás, Ahuali, Allende y Romano pusieron sus casas en garantía como Aval. Dicen que Durañona se enteró del tema por el Diario y se quería morir, al poco tiempo se desligó de la causa, pero el daño ya lo había hecho.

El dicho popular señala que "Lo único irreversible es la Muerte". La historia de Temperley que tuvo su juez y verdugo, de alguna manera, contradice esto.

(Agradecemos las fotos al blog Historia del Club Atletico Temperley y a Marcelo Ventieri su creador)

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